Hoy hace exactamente 14 años que España logró su segundo Mundial FIFA en Taiwán. Un 5 de diciembre de 2004, La Roja añadía una segunda estrella a su escudo. Un segundo Mundial consecutivo pero “el primero, como el primer amor, siempre es el especial y el que nunca se olvida”, afirma siempre el presidente de la LNFS, Javier Lozano. Sin embargo, detrás de esa frase se escondían 13 años de triunfos con tan solo 8 derrotas que habían servido para instaurar una exitosa cultura del esfuerzo, que fue clave para afrontar la extrema dificultad a la hora de revalidar la hegemonía mundial cuatro años después de coronar la cima de Mundo en Guatemala. A 14.460 kilómetros de distancia y 1.464 días después, la Selección española demostraba nuevamente que era la mejor del Planeta y que la historia tan sólo es escrita por los vencedores.


A pesar de las dificultades con las bajas de última hora de Daniel Ibañes, Sergio y Cristian y las retiradas del combinado nacional de auténticas leyendas como Paulo Roberto, Javi Sánchez o Jesús Clavería, en la expedición de España defendían con orgullo e ilusión su condición de favorito, aunque un año antes habían perdido la hegemonía continental en 2003.

Tras el Europeo de Italia, las dudas aparecían, como recordó Javier Lozano tras proclamarse bicampeón un año después derrotando precisamente en la final al equipo azzurri. 'Nadie en España, excepto cuatro locos, creían en este equipo', dijo entonces un reivindicativo seleccionador. 'Estos 14 jugadores se han quitado la etiqueta de segundos y han sido los auténticos campeones'. 

La selección sabía que era el rival a batir. A pesar de la profunda y ambiciosa renovación que había llevado a cabo en el equipo Javier Lozano, había algo que no cambiaba. Un sentimiento inherente a La Roja. Una dinámica ganadora generada por algo tan poderoso como intangible llamado 'El Espíritu de Guatemala'. El intocable secreto de España para rubricar una maravillosa realidad palpable: el segundo Campeonato del Mundo FIFA. 
 
En Taiwán, cinco jugadores repetían tras el Mundial del año 2000. Luis Amado, Julio, Orol, Javi Rodríguez y Kike serían los encargados de transmitir un ADN ganador y liderar a los Torras, Fran Serrejón, Pipe, Andreu, Limones, Cogorro, Rafa, Marcelo y Paco Sedano. Todos ellos dirigidos bajo la batuta de Javier Lozano y Juan José Rodríguez Navia 'Cancho', volverían a hacer historia para el Fútbol Sala español, esta vez en el continente asiático.

Hace 14 años, Javier Lozano no dudó en afirmar que aquel 'grupo ha demostrado un espíritu tremendo'. Y pormenorizó: 'Durante un mes hemos realizado un tremendo trabajo, basado en el sacrificio y en el respeto, y eso se ha traducido en la cancha, sobre todo en jugadores más individualistas, como Javi Rodríguez, Andreu o Marcelo, que han puesto su talento en beneficio del grupo', agregó. 'Hemos tenido que inculcar a los nueve jugadores nuevos ese espíritu, pero cuando se han convencido de él les ha calado dentro y les ha hecho crecer', señaló.

Así fue el camino a la segunda estrella

Tras un comienzo duro ante Ucrania a la que los de Javier Lozano se imponían por 2-0, la selección superaba sin relativas complicaciones sus dos siguientes compromisos ante China (10-0) y Egipto (7-0), finalizando la primera fase como líder invicto, sumando números de campeón: 19 goles a favor y ninguno en contra.

Ya en la segunda fase del torneo, la situación cambió de forma radical para el combinado nacional. Tras una sacrificada victoria frente a la República Checa por 2-0, la defensora del título mundial caía derrotada ante Italia 2-3, quedando en una situación comprometida.

En el tercer encuentro de esta segunda ronda esperaba Portugal, un rival poderoso dirigido por Orlando Duarte y encabezado por jugadores como Joel Queiroz, Joao Benedito o el capitán André Lima. En un encuentro a todo o nada, y en el que España supo mantener la calma, un doblete de Marcelo y un tanto de Fran Serrejón daban la victoria a los nuestros por 3-1, obteniendo de esta forma el pase a la siguiente ronda.

En semifinales esperaba la Brasil de Ferreti, liderada por Manoel Tobias y con Fininho, Schumacher, Falcao, Indio o Vinicius. Con aires de revancha llegaban los brasileños a la cita tras lo sucedido cuatro años atrás en Guatemala. Se reeditaba en semifinales la gran final del Mundial anterior y el encuentro no defraudó.

En un duelo muy igualado, Andreu adelantaba a España con un gran gol tras jugada personal. Pablo lograba la igualada y Simi ponía en ventaja a los suyos a cinco minutos para la conclusión. Acto seguido, Marcelo anotaba el empate, por lo que el encuentro se marchaba a los lanzamientos desde el punto de seis metros. En la tanda de penaltis, Neto enviaba en el último lanzamiento el balón al travesaño de la meta defendida por Luis Amado, dando de esta forma el pase a la gran final al conjunto de Javier Lozano.

Ya en la Final, España se vería las caras ante Italia, la famosa “Brasil B”, que llegaba al duelo tras derrotar a Argentina por 7-4 en la otra semifinal. Sobre la pista del NTU de Taiwán, los nuestros tenían la opción de resarcirse de la dura derrota obtenida días atrás. En frente, la Italia de Nucorinni capitaneada por Zaffiro y comandada por Grana, Bertoni, Bacaro o Zanneti.

Tras llegar al descanso con tablas en el marcador, España comenzaba adelantándose en el electrónico gracias a un gol de Kike. El valenciano aprovechaba el saque de una falta botada por Orol para introducir de disparo preciso el esférico en la meta defendida por Feller. Posteriormente, una jugada entre Andreu y Marcelo acababa con un maravilloso gol, el segundo tanto para el combinado español, que vería como Zanetti recortaba diferencias prácticamente sobre la bocina. Una cosa es continuar la historia y otra repetirla.