Jesús Castellano sigue desde el banquillo un partido del Rivas Futsal y ElPozo Ciudad de Murcia.
Jesús Castellano sigue desde el banquillo un partido del Rivas Futsal y ElPozo Ciudad de Murcia.
La pandemia del COVID-19 está golpeando con dureza a la sociedad española. Las competiciones deportivas están completamente paralizadas pero todo queda en su segundo plano comparado con la dura situación diaria que se está viviendo en los hospitales. Así nos lo relata Jesús Castellano, médico del servicio de urgencias del hospital HM Sanchinarro de Madrid, y del Rivas Futsal.
El doctor Castellano es licenciado en medicina familiar y comunitaria por la Universidad Complutense de Madrid y llegó al Rivas Futsal “hace tres temporadas cuando ascendió a Segunda División y era obligatorio tener un médico. Mi hijo juega desde alevín en el club y me llamaron de la directiva para colaborar. El Rivas Futsal es un club modesto y estoy encantado de poder ayudarles, además soy un gran aficionado al Fútbol Sala”.
A sus 51 años comenta que “nunca hemos vivido una experiencia de esta envergadura. Puede haber casos puntuales de alguien que fallezca sin su familia, pero esto es un desbordamiento. Tenemos un volumen de trabajo muy alto en estos días. Hay casos muy graves con insuficiencias respiratorias y el número de fallecidos es muy alto. Esto está siendo muy duro porque el hospital no recibe mucho apoyo. Tenemos pocos medios para protegernos; solo mascarillas y guantes”.

El hospital HM Sanchinarro es un referente para el tratamiento oncológico pero ahora la situación ha cambiado: “Estamos atendiendo muchas personas que necesitan ayuda. Cuando le dices a alguien que tiene que ingresar en el hospital, el reflejo de su cara es de tristeza y aunque tratas de darles ánimo lo más difícil es superar el sentimiento de soledad. El gran drama del COVID-19 es que la gente está muriendo sola, sin ningún familiar que pueda darle la mano”.



Y añade: “El hospital y el personal sanitario, médicos y enfermeras, están haciendo un gran esfuerzo para habilitar salas y duplicar las habitaciones para poder alojar tantos pacientes. Hemos tenido que aumentar las UVI y las urgencias han crecido un 50%”.

La paralización de la competición y la realidad de emergencia sanitaria del día a día le alejan de su actividad en el club, aunque “estamos en continuo contacto con los jugadores a través del grupo de wasap del equipo. Ellos tienen las mismas instrucciones que desde el principio de temporada y a mí me consultan dudas sobre cualquier medicamento, pero estos días es el preparador físico quien tiene el protagonismo. Están entrenando de manera conjunta y muy coordinados para mantenerse en forma, a través del grupo del videollamada que han montado”.

En las filas de Rivas Futsal “todos los jugadores están bien y no hemos tenido ningún afectado en la plantilla ni sus familiares afortunadamente. El caso más cercano que nos ha tocado ha sido el fallecimiento por COVID-19 del padre de nuestro anterior técnico, David Ramos. Ángel nos acompañaba en muchos partidos y tenemos un gran sentimiento de pena”.



El doctor Castellano trata de ser optimisma respecto a la vuelta a la competición porque “la onda del COVID-19 parece que está empezando a remitir y llegando a su culmen. Es posible que en mayo se pueda ir retomando la actividad pero hay que tomárselo en serio. Sin embargo, es mejor esperar a que todo esté controlado para evitar contagios”.

Rivas Futsal se encuentra en puestos de descenso de Segunda División y en una “situación difícil” pero hay espacio para el optimismo porque “vamos a volver a competir en las mismas condiciones que el resto y tenemos que pensar que somos igual de competitivos. Hay que tomarse estas jornadas que restan como un sprint final porque puede cambiar que los que antes estaban en mejor forma ahora no lo estén. Tenemos un equipo de gente muy joven y con mucha ilusión y hay que mentalizarse”.

“La forma física ha sufrido un bajón y ahora no están realizando entrenamientos con balón, así que no pueden salir a disputar 40 minutos de partido. Habrá que realizar una pretemporada de unos 15 días para volver a adaptar el cuerpo físicamente y coger el ritmo porque el riesgo de lesiones es muy alto”, concluye.