El nuevo fichaje del Barça de futbol sala se encuentra a las puertas de su debut oficial como azulgrana. Y lo hace con mucho optimismo, un rasgo que define su forma de ver la vida tras una infancia complicada.
La historia de Erick Mendonça no es la habitual. Muchos de los jugadores que llegan a la élite nacen con un balón debajo del brazo y crecen con la pelota en los pies. El fichaje portugués del Barça de futbol sala cumple la primera parte, pero no la segunda. O, como mínimo, durante un largo periodo de tiempo. Porque desde los 7 años hasta los 14, un gran contratiempo invadió su vida y le postró en una cama, una silla de ruedas y, posteriormente, en unas muletas: la enfermedad de Perthes. Pero la superó con éxito, y eso ha forjado su carácter. 

Optimista, vital y con una sonrisa, nos recibe en la Ciutat Esportiva Joan Gamper antes de un entrenamiento. El equipo prepara ya el debut de la temporada oficial 23/24, tras unas semanas de pretemporada, y Erick Mendonça lo vive con ilusión. Sobre su adaptación, sus sensaciones y su pasado hablamos en esta entrevista, que quiere repasar sus primeras semanas como culer.

Ahora que ya llevas unas semanas entrenando, ¿cómo va la adaptación?

Me estoy adaptando muy bien. Ya conocía a algunos de mis compañeros, pero todos me han acogido muy bien. Es un grupo muy bueno, nos gusta mucho hacer bromas, también tonterías, y me siento muy a gusto porque va con mi forma de ser. Queda todavía mucho por mejorar y entrenar, pero puedo decir que cada día me encuentro mejor.

¿Has sufrido alguna novatada?

¡Se han portado bien! Hicimos una cena de equipo y me hicieron subir a la silla a cantar 'Torero', de Chayanne, porque tanto en Portugal como aquí es una canción muy conocida. Aunque después me comentaron que en los años anteriores nadie cantó ni hizo nada, así que me siento un poco estafado (ríe). Pero vaya, en el fondo no me puedo quejar. ¡Fue fácil!

Bromas aparte, qué importante debe ser la figura de André Coelho…

Sí, mucho. Vivo en Castelldefels, como él, y también me ayudó a encontrar piso. Estoy aquí solo con mi mujer y mi hijo y está bien tenerle cerca. André es una persona muy especial, le gusta hablar con todo el mundo, muy tranquila, muy feliz. Está siendo un pilar básico para mí.

Antes de venir, hablaste con él, imagino. 

Sí, no solo cuando se hizo oficial, sino ya de antes. Nos veíamos en las concentraciones con Portugal, había rumores y ya me decía: “Ay amigo, que el año que viene jugaremos juntos”. Una vez se hizo oficial ya sí que me empezó a ayudar con la logística y le estoy muy agradecido.

¿Por qué decidiste cambiar el Sporting por el Barça?

He jugado muchos años en el Sporting y ya tenía mi carrera hecha, tenía un nombre, lo había ganado todo. Al final es cuestión de buscar nuevas experiencias. Y también de poder volver a luchar para ganarlo todo en otro club, en este caso con el Barça. Tenía claro que si salía del Sporting era para venir aquí, a Barcelona, porque son los mejores clubes del mundo. Tener la opción de volver a ganar la Champions o de ganar la liga española, que para mí es la mejor, es un honor. Así que buscaba eso, seguir ganando en otro club top de Europa. Se nos pide levantar todos los títulos, y está claro que esto es el Barça y el nombre habla por si solo, pero creo que sé llevar bien la presión.

Lo acabas de decir: dejaste un club grande para fichar por otro grande. Pero ¿qué diferencia destacarías? 

Sin duda, las infraestructuras y todo lo que hace que nuestro día a día sea más fácil. El Barça es muy grande y aquí tienes de todo. Solo debes preocuparte por jugar. En Portugal, obviamente, se habla muchísimo del Barça, pero no conoces realmente la magnitud hasta que no llegas aquí. Sin duda, las instalaciones y la gran estructura que tenemos es lo que más me ha impresionado.

¿Y te han hablado ya de 'La Màgia del Palau'? Porque tú no la has vivido…

He entrenado allí y ya tengo ganas de verlo lleno. Me han hablado de los Dracs y del ambiente que se crea. Tengo ganas de verlo y sentirlo. El Palau Blaugrana es una pista muy especial.

Ahora que ya estás dentro, ¿cómo ves al equipo para afrontar la temporada? 

Tiene buena pinta y, como te he dicho, espero ganarlo todo. El que juega en el Barça siempre tiene y quiere ganar. Hay mucha calidad, también del filial que viene a ayudarnos cuando lo necesitamos. El equipo casi es el mismo desde hace un par de años, ha habido muy pocos cambios, y las dinámicas ya están aprendidas. Eso es una ventaja para la competición, porque la adaptación en general ya está hecha.

Perder a Ferrao, por eso, ha sido un golpe duro.

Sin duda. Ferrao es un jugador muy fuerte, un grandísimo pívot. Jugar con él con el 3-1 es una garantía. Pero ahora tenemos que mirar hacia adelante y pensar que hay más jugadores que pueden ejercer ese rol o dar un paso adelante. No nos queda otra que seguir. Y pensando en él, estoy convencido que lo va a superar porque es un grandísimo atleta.

Eres tan polivalente que incluso con la selección has llegado a jugar de pívot…

(ríe) Bueno, si lo tengo que hacer lo haré. Lo que me diga el míster. No es mi posición preferida, obviamente, pero como dices ya lo he hecho con la selección portuguesa y si el equipo me necesita no dudaré en dar ese paso adelante cuando sea.

Ahora que has hablado del míster. ¿Qué te pide Velasco?

Me pide mucho en defensa. Soy un jugador polivalente, es cierto, pero especialmente soy muy defensivo. Ahora mismo lo que me pide es eso, que ayude a los compañeros desde atrás.

Para un aficionado que no te haya visto jugar, ¿cómo te definirías?

Pues un jugador muy competitivo, que siempre quiere ganar. Lo doy todo hasta el último minuto y no me rindo. Fuera de la pista soy muy tranquilo y familiar, pero me gusta mucho la broma y hacer tonterías. En general, soy una persona muy normal, sin muchas estridencias.

“La enfermedad de Perthes me ha cambiado la forma de ver la vida”

Tu historia, y seguramente tu carácter, no se explica sin un factor importante: haber superado la enfermedad de Perthes. Eras muy pequeño cuando te la detectaron y estuviste 7 años para recuperarte. ¿Cómo se dieron cuenta y qué recuerdas?

Recuerdo que empecé con un dolor en la cadera. Hablé con mi madre y, como estaba todo el día jugando a fútbol, se pensó que era un golpe. Pero pasaron los días y no se me pasaba, así que me llevó al médico. Nos avisó que podía no ser nada, pero que también podría ser algo más grave. Nos envió al especialista y, una vez hechas las pruebas, ya ni me dejaron volver a casa. Le dijeron a mi madre que fuera ella a buscar mi ropa para quedarme en el hospital una temporada, y así hacer reposo y empezar la rehabilitación. Después de un tiempo volví a casa y tuvimos que ingeniárnoslas para seguir haciendo los ejercicios. Más tarde pasé a la silla de ruedas, luego a las muletas y, finalmente, tras siete años, lo superé.

Pero eras un niño. ¿Cómo lo afrontaste?

Sinceramente, yo siempre digo que es mejor así. Con 7 años no eres consciente de las cosas y si tu madre te dice que te vas a poner bien, te la crees. Es cierto que pasó mucho tiempo, y tienes momentos de enfado, rabia o pena, pero mi madre no paraba de decirme que lo iba a superar y que iba a quedar bien. Ya te digo, es cierto que miraba a mis compañeros jugando, haciendo bromas o corriendo, y yo no podía, y me frustraba. Pero de verdad que de mayor hubiera sido mucho peor, porque ya entiendes las cosas y te puedes llegar a preocupar mucho, por más que alguien te diga que todo va a ir bien.

Por lo que explicas, tu madre fue clave.

Muchísimo. Mi madre lo es todo para mí. Hizo de madre, de padre, de abuelo, de amiga… de todo lo que te puedas imaginar. Ella estaba sola, conmigo y con mi hermana, y nos sacó adelante. Además, con un hijo con Perthes. Luchó muy duro. Todos los días tenía que ayudarme a subir a la silla de ruedas, sacarme de ella, meterme en la cama… fue muy difícil. Además, tuvo que aguantar mucho. Por ejemplo, en esa época no había en el colegio un lugar reservado para aparcar y tenía que dejar el coche en medio de la calle, sacarme y ponerme en la silla de ruedas. Eso todos los días, mientras los demás coches pitaban para que se diera prisa. Sufrió mucho, pero si hoy en día soy quien soy es gracias a ella.

Y, a parte de tu madre, tras superar la enfermedad, ¿cómo explicarías haber podido llegar a la élite? ¿Dónde está la clave?

Sin duda, en la persistencia. Yo no me rindo, nunca. Y no lo hice entonces. Tuve que volver a aprender a andar, a correr, a jugar… y todo eso con 14 años. Al principio incluso mis compañeros se reían de mi porque no sabía correr, lo hacía muy raro, pero a mí me daba igual. ¡Llevaba 7 años sin poder hacerlo! Así que insistí, porque tenía muchísimas ganas de jugar al fútbol sala. Y esa es la clave. Luego el trabajo y la suerte hizo el resto.