Carlos García, jugador del Azulejos Moncayo Colo Colo, en el Centro de Salud San José de Zaragoza.
Carlos García, jugador del Azulejos Moncayo Colo Colo, en el Centro de Salud San José de Zaragoza.
Carlos Garcia, jugador del Azulejos Moncayo Colo Colo, combate al COVID-19 en primera línea de batalla. El cierre maño es enfermero de atención primaria en el Centro de Salud San José de Zaragoza. Un héroe más en esta lucha que confiesa sentirse reconfortado cuando la gente le agradece su labor por la calle entre lágrimas. Un trabajo que, entre otras cosas, le hace desplazarse hasta los domicilios de aquellos que sufren otro gran problema: la soledad.
Los focos se posaron sobre Carlos García Naranjo (Zaragoza, 1995) cuando el 26 de octubre del pasado año se inventó una lambretta para sortear al meta rival antes de marcar un tanto antológico. Ahora sus proezas se hallan lejos de la pista, exactamente en el Centro de Salud San José de Zaragoza, desde donde desempeña su labor de enfermero. Hace un tiempo que la lucha contra una pandemia sustituyó al gol como principal objetivo. Esta es su historia.

“Trabajo en Atención Primaria en un centro de salud del barrio zaragozano de San José. Empecé a trabajar en junio del año pasado y lo compagino con el Fútbol Sala. Me dedico a la atención asistencial, recibir a pacientes e ir a los domicilios. En el barrio de San Jose hay muchos ancianos, lo que requiere mucha atención a domicilios, nos encargamos de atenderlos y de hacer la primera valoración para después hacerles un seguimiento desde la consulta o llevarlos al Hospital”, relata Carlos García.

“A la gente se le saltan las lágrimas al agradecerte tu trabajo”

El jugador del Azulejos Moncayo Colo Colo forma parte de aquellos que han decidido plantarle cara al COVID-19: “Es un momento duro, hay que respetarlo y ser consecuentes y conscientes de la situación que estamos viviendo, tenemos que seguir hacia adelante con una mentalidad positiva para que cuando salgamos de este confinamiento estemos en las mejores condiciones para desarrollar nuestra vida normal”.

La sociedad se ha volcado con el personal sanitario en una pandemia que confina a un tercio de la población mundial. Carlos siente el apoyo de aquellos a los que ayuda desde que el despertador retumba a las 7:00 AM: “Por la calle la gente se vuelca contigo, te ven y te dan ánimos, se les saltan las lágrimas agradeciéndote tu trabajo. Es algo que reconforta mucho dentro de esta dura situación, te hace crecer como persona y plantearte cosas en la vida”.



El cierre, que fue Internacional con las selecciones Sub-21 y Sub-18, desprende positividad en cada una de sus palabras: “Es importante mantener un buen estado de ánimo y más en nuestra unidad. Cuando visitamos a gente mayor vemos que están muy solos, así que, aunque sea un trabajo muy duro el hecho de estar el turno seguido sin poder descansar, tenemos que transmitir positividad para ayudarles a salir de esa situación. El hecho de tener la mente despejada y con la mentalidad de que te puedes recuperar ayuda mucho al cuerpo”.

“Hay que combatir el problema de la soledad”

Con la voz entrecortada recuerda momentos en los que la dureza del COVID-19 se hace patente: “Hay situaciones muy críticas en las que tienes que empatizar al momento. Fuimos a un domicilio en la que la situación era bastante dura, la paciente estaba sin ánimo y sola. Su hija nos contó después que en la familia ya había fallecido una persona a causa del COVID-19. Es un momento que te choca y te hace plantearte cosas, porque hay gente muy sola. Hay que combatir el problema de la soledad”.

A pesar de todo, la sonrisa se instala en él cuando es cuestionado por aquello que hará cuando todo pase: “No tengo ninguna duda, ya lo he hablado con mis hermanos. En cuanto termine el confinamiento cogeremos el balón y nos iremos a jugar a la cancha del barrio. Uno se va a poner de portero y los otros dos vamos a jugar y a divertirnos, que es lo que más necesitamos en estos momentos”.